La experiencia de trabajar como voluntario es más que ir a donar cosas o jugar con los niños. Es ser parte de nuevas familias, sus alegrías y sus penas. Es un bello compromiso de SER tu mejor versión, porque el tiempo que compartes con tu equipo y los beneficiarios quieres que sea valioso. Que en cada palabra o conversación se eduque, se ilumine. Y al mismo tiempo, aprendes. Aprendes sobre humildad, paciencia, unicidad. Y también tienes la oportunidad de entregar tu talento y habilidades como granito de arena en un cambio y mejora en la vida de otros.
Volví a Lima, a estar con mi familia y amigos, a disfrutarlos de otra manera, valorándolos cada segundo de mi estadía por la ciudad. Volví, pero ésta vez, solo de viaje. Pues decidí quedarme a trabajar con la organización por unos meses más, y seguir experimentando la ‘vida de voluntario’ con este hermoso equipo, en este hermoso pueblo. Decidí seguir compartiendo todo lo que sé y aprendiendo de todo y todos los que me rodean. Si me preguntan si fue difícil, pues sí, pero cada día me doy cuenta que es la mejor decisión que tomé. ¡A seguir voluntareando!